ESTAR SOLTERO, ESTAR SOLO Y SABER ESTAR SOLO

Hay una nueva estirpe de solteros modernos. Gente que te dice muy convencida: «yo no necesito a nadie», mientras silencia un mensaje de WhatsApp de su “casi algo” número tres. Son personas libres, que huyen del compromiso, prefieren fluir con la vida y no tener que darle explicaciones a nadie, ni tener a alguien esperando en casa con la cena puesta un martes por la noche. Dicen que disfrutan de su independencia, que están muy centrados en sí mismos, que no quieren ataduras… pero no duermen solos un sábado noche ni de casualidad. Porque si no es con uno, es con otra. Y si no, hay algún ex simpático en el banquillo, o un Tinder abierto “por aburrimiento”. Y puede ser realmente que con ese nivel de afectividad en sus vidas, sientan el equilibrio perfecto entre disfrutar de compañía, pasarlo bien y no comprometerse, pero… La cosa es que no están en pareja, pero tampoco están solos. Viven rodeados de relaciones flotantes. “Amiga especial”. Presencias provisionales. Gente que está “por si acaso” pero nunca del todo. Y eso, en el fondo, no es libertad. A veces, muchas veces es miedo disfrazado de autosuficiencia. Porque estar soltero y saber estar solo son cosas distintas. Una es una situación, la otra es una habilidad. Estar soltero es no tener pareja. Pero saber estar solo es saber estar contigo. Con tus domingos, tus silencios, tu cama fría y tu móvil sin notificaciones románticas. Es aprender a vivir sin tapar tus vacíos con migajas de afecto. Y eso, aunque a veces pique, eso te libera de verdad de la buena. Los que saben estar solos no necesitan “casi algos”. Si los tienen, es por elección, no por pánico. Y si no los tienen, también están bien. Porque han aprendido a sostenerse y a disfrutarse. ¿Y qué pasa con las relaciones de verdad? Pues que, cuando llegan, las viven de otra forma: sin ansiedad o hambre emocional. No se agarran, no mendigan atención. Se encuentran con el otro desde la plenitud, no desde el hueco. Son personas con un mundo interior bastante rico, autocríticas, con madurez emocional, responsabilidad afectiva… y con las cosas muy claras. Esa gente, soltera o no, ha aprendido a estar sola. A ir al cine sola. A hacerse un té en domingo y disfrutar del sofá sin tener que rellenar el hueco con una presencia cualquiera. Saber estar solo te da calidad de vida, es que es así, y punto. Porque te relacionas desde la elección, no desde la necesidad. Porque puedes querer a alguien sin agarrarte como quien se cae por un barranco. Porque no pones todo tu mundo en la otra persona, sino que compartes tu mundo con ella. Y eso… eso es otro nivel. Así que la próxima vez que alguien te diga “yo paso de compromisos, estoy mejor solx”, pregúntale cuántos “casi algos” tiene en espera. Porque una cosa es elegir la soltería, otra muy distinta, no saber estar contigo y camuflarlo con un chorromil de contactos en favoritos. Estar solo no es estar triste. Estar con cualquiera por evita estar solo, desgraciadamente, sí lo es.

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BYE PASIÓN,¿HOLA FRACASO?

Durante años, se nos ha hecho creer que el motor de una relación de pareja debe ser la pasión: el deseo intenso, las mariposas en el estómago, el romance arrollador. Pero la realidad, como bien señala Arthur C. Brooks —catedrático de Harvard y experto en felicidad—, es que los matrimonios más felices no se sostienen por la llama del amor apasionado, sino por la calidez del amor de compañía.  Y es que, aunque la pasión es parte del arranque de muchas historias, no suele ser lo que las mantiene vivas con el paso de los años. Esa chispa inicial está ligada a una respuesta bioquímica que, inevitablemente, se diluye con la rutina, las responsabilidades, la crianza, el cansancio y la vida en general. ¿Significa esto que las parejas están condenadas a apagarse? Para nada. Significa que el amor necesita transformarse para mantenerse vivo. Y ahí es donde entra la complicidad. Estamos diseñados biológicamente para que esa fogosidad desaparezca, así que en nuestro tejado está ahora la pelota de mantenerla de otras formas. He tenido la oportunidad de hablar sobre este tema en la Newsletter de Antena 3,  puedes leer el artículo y ver la entrevista que me hicieron pinchando aquí.  La complicidad como nueva forma de intimidadComplicidad no es solo llevarse bien. Es entenderse sin hablar, compartir miradas cómplices en medio del caos cotidiano, saber cuándo el otro necesita un abrazo o un respiro. Es reírse juntos de cosas que solo ellos entienden. Es ese espacio seguro donde ambos pueden ser vulnerables sin miedo. Muchas personas temen que su relación termine pareciendo “una amistad con convivencia”. Y sí, si falta intimidad, ternura y cuidado mutuo, es posible que lo parezca. Pero cuando la amistad viene acompañada de gestos cotidianos de amor, sigue siendo una forma muy valiosa de vínculo íntimo. Lo sensual vs lo sexual:Cuando hablamos de intimidad, muchas veces se reduce el concepto y nos cuesta imaginar cómo encontrar sensualidad donde antes existía sexualidad. Pero la verdad es que la sensualidad —entendida como presencia, contacto, sensibilidad y ternura— puede ser igual o incluso más poderosa que lo puramente físico. Acariciarse sin objetivo, abrazarse en silencio, mirarse con calma, tocarse con intención… todo eso forma parte del mundo sensual que muchas parejas descuidan cuando la rutina se impone. Explorar la sensualidad en la pareja es una forma de mantener viva la conexión íntima incluso cuando el deseo sexual fluctúa. Y no solo en la vejez o en momentos de enfermedad, sino también en la vida diaria: cuando hay estrés, cuando hay hijos, cuando no hay energía.Es en este nivel de complicidad – libertad – descentralización de las relaciones íntimas donde se encuentra clave, que es seguir siendo pareja sin que la relación se tambalee por la falta de deseo. De hecho, se mantiene fuerte porque existe sensualidad y otras formas de intimidad. La ternura como expresión madura del amorHay una escena que me gusta compartir en consulta: la de una pareja de abuelos. Llevan décadas juntos. Por problemas articulares ya no pueden mantener relaciones como antes, pero cada noche, uno le echa crema al otro en la espalda. O se masajean las piernas cansadas después de un día largo. Ese momento, aparentemente simple, es su espacio de intimidad. No hay pasión en el sentido clásico, pero hay conexión, cuidado, piel, amor. Eso también es erotismo. Eso también es amor. Y es profundamente íntimo. El desafío está en no acomodarse… pero sí evolucionarNo se trata de resignarse a que la pasión desaparezca, sino de dejar de exigirle a la relación que funcione eternamente en modo «película romántica». Se puede reinventar el deseo, se pueden encontrar nuevas formas de disfrutar del otro, pero la base debe ser una amistad fuerte, una admiración mutua y un deseo profundo de cuidarse. En resumen:El amor apasionado es hermoso, pero efímero si no se transforma.La complicidad, la ternura y el cuidado son los pilares del amor duradero.La intimidad no siempre pasa por el sexo: un gesto cotidiano puede ser profundamente erótico cuando hay conexión emocional.La sensualidad permite mantener viva la conexión íntima en cualquier etapa de la vida.Las parejas felices no son las que siempre arden, sino las que saben encenderse de nuevas formas. ¿Y tú? ¿Estás cultivando ese amor que evoluciona, que se adapta y que, sobre todo, cuida?

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NO ME QUIERAS TANTO… Y QUIÉREME MEJOR

Por experiencia propia y por lo que me ha enseñado trabajar estos años ayudando a parejas a revisar su forma de amarse y así poder quererse mejor, puedo decir alto y claro que en el amor también tiene más importancia la calidad que la cantidad.El amor que se siente como un tsunami que arrasa con todo en nuestra vida, generalmente provoca etapas convulsas de mucha intensidad que se alterna en positiva y negativa: algo así como una montaña rusa. Es un estilo de amar que nos provoca sentimientos muy intensos de forma descontrolada. Desgraciadamente, también nos hace sentir dolor de manera muy intensa. Es muy común escuchar entre enamorados que se quieren tanto que harían cualquier cosa por el otro, o que el amor lo puede todo, o que por amor uno comprende sin condición y más allá. Y allí están, queriéndose muchísimo y sufriendo otro tanto en el nombre del amor. Como este estilo de amor no se basa en una estabilidad trabajada, una paz consciente entre la pareja si no en las idas y venidas, ambos experimentan momentos de mucho apego, de conexión total con el otro y a la vez, momentos de conflicto en el que no lo queremos ni ver, amenazamos con marcharnos, cortar, buscarnos una tercera persona… Lo peor de estas subidas y bajadas de sentimientos, los saltos del amor ciego al odio profundo no llegan a la vez para los dos (cuando uno quiere buscar al otro para demostrar cariño y amor, a veces se encuentra con que se encuentra en su momento de desconexión o rechazo, y esto puede aumentar todavía más la tensión en el ambiente.¿Encima de que vengo yo a ser cariñoso contigo, te das el lujo de rechazarme? ¡Te vas a arrastrar por un beso mío, porque no te vuelvo a tocar ni con un palo!Te quejas de que no estamos bien pero ¡no pones de tu parte en nada!¿Os suena? Bien. Es una pena que el amor para muchos sea esto. Quiero decir, porque se puede querer pero desde la tranquilidad, y no desde el dolor – amor – dolor. Porque cuando están bien, están mejor que cualquier otra pareja, lo que tienen es mágico, nadie lo comprende, es tan especial, tan brutal… pero cuando están mal, llamen a los bomberos, ambulancias, escóndanse en sus casas y no salgan hasta que el fuego se haya apagado. ¿Realmente merece la pena?Y es que en este estilo de amar mucho (pero fatal), son comunes, normales y esperables dinámicas que contaminan incluso los buenos momentos: los celos patológicos –te quiero tanto que no soporto la idea de que otras personas sean importantes también para ti, ¿Con quién hablas? ¿Sigues pensando en tu ex, verdad? ¿Quién te escribe en mitad de nuestra cena romántica? ¿No te apetece tener sexo, es que te gusta otro?Mencionábamos los celos, pero también se convive con todas las críticas del otro, las quejas, las exigencias y expectativas constantes acerca de cómo debería ser el otro en la relación, pretensión de cambiarlo para que se ajuste a lo que nuestro ego necesita… y también, desgraciadamente para el que está ahí, situaciones de violencia psicológica. A estas alturas te habrás parado a pensar si es que acaso no se viven esas situaciones en una relación en la que el amor es calmado, estable… Y sí, es posible que nos enfrentemos a conflictos también muy dolorosos en una relación en la no amamos tanto pero sí mejor, pero simplemente por el hecho de ser conscientes del valor, los sentimientos de la otra persona, y la libertad que tiene el otro de no continuar si no es sano que prima por encima de todo, siempre vamos a intentar trabajar en lo que sí está bajo nuestro control: la asertividad. Puedo hablarte de algo que me ha dolido, pero no voy a hacerlo a través de la ira. Voy a hablarte con calma, con paz, simplemente para que sepas como me siento, y qué espero en una relación. Y cuando seas tú el que me cuentes, yo escucharé intentando no invalidad tu dolor, con responsabilidad emocional.Y esperaré lo mismo, tanto que si no lo recibo en lugar de ponerle la etiqueta de “me pongo así de mal porque me quiere demasiado, o es su forma de expresar que me quiere”, me iré de esto que me duele.El conocimiento de que si me dañas me pierdes invita al otro a cuidarnos. Estos elementos hacen que el ambiente ya sea muy distinto. Lo veo algo similar a como te trata ese banco que sabe que puede perder al cliente. Como el amor no lo puede todo, hay algo más que debemos añadir en nuestra relación que no es sólo amor.Que haya amor es importante, pero que haya de aquello que lo convierte en un amor de calidad, lo es más. Quiéreme mucho, pero quiéreme bien.

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LOS MOTIVOS POR LOS QUE LOS ESPACIOS SIN TU PAREJA SON CRUCIALES PARA UNA RELACIÓN DE PAREJA

Cuando iniciamos una relación de pareja, es natural que queramos pasar mucho tiempo juntos. Parece que nos nace, nos surge de manera natural priorizar siempre y por encima de cualquier otro plan, el tiempo con nuestro nuevo amor. Sin embargo, reducir el contacto social y el ocio exclusivamente a la pareja puede convertirse en un problema. Este aislamiento, aunque pueda parecer inofensivo al principio, puede dañar seriamente la calidad de la relación a largo plazo. En este artículo exploraremos cómo equilibrar los momentos en pareja con espacios personales y cómo estos afectan positivamente la salud de la relación. La importancia de disfrutar de tiempos con amigos y familia Tener tiempo para disfrutar con amigos y familia es fundamental para mantener una vida en pareja equilibrada. Estas relaciones externas ofrecen una sensación de aire fresco, así como un pilar importante: apoyo emocional, perspectivas diferentes y una red social que enriquece nuestra vida. Además, nos ayudan a recargar energía y volver a la relación de pareja con más entusiasmo y también suavizan la sensación de monotonía que se puede percibir de la compañía del otro. Estudios han demostrado que las parejas que mantienen relaciones cercanas con amigos y familiares tienden a ser más felices y estables. Estos momentos fuera de la dinámica de pareja permiten fortalecer nuestra identidad individual, algo clave para no perder el equilibrio emocional. El valor de los momentos a solas El tiempo a solas también es una pieza clave en el rompecabezas de una relación saludable. Este espacio personal nos permite reflexionar, relajarnos y trabajar en nuestras metas individuales. Ya sea leyendo, practicando deporte o simplemente disfrutando de un paseo, estos momentos nos ayudan a gestionar mejor el estrés y a ser más conscientes de nuestras necesidades. Cuando ambos miembros de la pareja respetan y fomentan este tiempo individual, la relación se beneficia. La autonomía personal no sólo reduce el riesgo de codependencia, sino que también crea oportunidades para conversaciones más interesantes y enriquecedoras. En el equilibrio está la clave Una relación se nutre de la variedad. Cuando una pareja depende exclusivamente de su tiempo juntos, puede caer en rutinas monótonas o sentirse aislada del resto del mundo, experimentar asfixia, irritabilidad… y el problema aparecería con más notoriedad si uno de los dos sigue queriendo pasar todo el tiempo juntos y el otro necesita espacio fuera de la pareja. En cambio, mantener intereses, amistades y actividades independientes trae nuevos temas de conversación y experiencias compartidas y hace que la pareja revalorice esos tiempos disfrutando el uno del otro. Por ejemplo, una salida con amigos puede generar anécdotas divertidas para compartir en pareja, y el tiempo dedicado a hobbies individuales puede inspirar nuevas ideas y proyectos conjuntos. En resumen, los espacios propios enriquecen la convivencia y fortalecen el vínculo. Consejos para encontrar el equilibrio Si sientes que tu relación necesita más espacio personal o social, aquí tienes algunos consejos prácticos: – Hablad abiertamente sobre vuestras necesidades individuales y las expectativas en cuanto a tiempo juntos y separados. Intentad tratar todos los planes con el mismo valor, es decir, si quedáis con un familiar o algún amigo, mantened ese plan en marcha y salvo situaciones de urgencia, no lo cambiéis por un plan en pareja, así como queremos que los planes que organiza nuestra pareja con nosotros, tampoco nos los cambien por un plan con amigos o familia. – Planificad actividades independientes para disfrutar fuera de la pareja. Lo ideal sería que se reservasen a lo largo del mes salidas con amigos, días familiares o tiempo para hobbies personales y comentarlo de manera natural con el otro para conozca nuestros intereses, proyectos sociales… y así poder respetar al máximo esos espacios a la hora de planear actividades en pareja y/o viceversa. – Valorad la calidad sobre la cantidad: en lugar de pasar cada momento libre juntos, buscad actividades que realmente disfrutéis en compañía del otro. – Apoyad las relaciones externas del otro, motivándolo a que salga y planee actividades por su cuenta. – Tomar la iniciativa de manera individual a la hora organizar actividades sin el otro. Muchas veces esperamos a que el otro esté ocupado para entonces llamar a un amigo, salir a tomarse ese café. Aprovechamos que nuestra pareja no puede porque quizá esté trabajando, para encajar en ese ratito, actividades sin él o ella. Lo recomendado es que haya momentos de todo, momentos de tener en cuenta al otro, de aprovechar si está ocupado para hacer otras cosas y también de decidir hacer algo para nutrirnos nosotros con otros vínculos aunque nuestra pareja esté disponible. Como conclusión, podría decir que el equilibrio entre el tiempo en pareja, los momentos a solas y las interacciones con amigos y familia es esencial para una relación sana y duradera. Fomentar estos espacios no significa alejarse de la pareja, sino fortalecer el vínculo al traer nuevas experiencias y energías positivas a la relación. Recuerda: una relación saludable está compuesta por dos individuos plenos que eligen compartir su tiempo y construir algo en común, sin renunciar a quienes son. ¡Dale a tu relación el espacio que necesita para florecer!

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